Aquí te traigo un nuevo post sobre el hambre emocional. Hoy, con la colaboración de la psicóloga Naiara Diaz de Cerio, veremos cómo conseguir saciar ese hambre emocional, pero empecemos recordando, ¿por qué comemos sin hambre?
A través de la comida buscamos modificar nuestro estado emocional, principalmente perseguimos la sensación de bienestar. Esta sensación, al comer determinados alimentos, la podemos obtener gracias al sistema de recompensa de nuestro cerebro. El cual «consigue saciar», en cierta manera, ese hambre emocional.
Y ¿por qué “saciar” entre comillas?, porque realmente, esa emoción no nos está pidiendo comida. Cuando sólo disponemos del recurso de la comida para gestionar nuestro mundo emocional, esto puede volverse en nuestra contra. No sólo no se sacia, sino que puede aparecer una sensación de frustración, culpa y malestar.
Es decir, cuando queremos cambiar una emoción que sentimos, y la gestionamos a través de la comida, puede que esa emoción cambie durante unos minutos. La comida, al aportarnos bienestar, enmascara esa sensación desagradable. Pero ¿por qué no funciona? Porque esto solo ocurre a corto plazo. En seguida, esta emoción se torna en otras como por ejemplo, culpabilidad, tristeza, frustración, ira… Emociones que volvemos a querer cambiar, y que (si nuestro único recurso es el comer) las buscaremos cambiar como antes, mediante la ingesta de alimentos. Entrando así en un círculo vicioso
De esta manera entramos en un círculo difícil de cortar, que nos va llevando momento a momento a sentir mayor malestar. Por lo que dentro de este círculo, nada saciará nuestro hambre emocional.
Entonces, ¿el hambre emocional se puede saciar?
Por supuesto que sí, pero no a través de la comida, ya que lo que nuestro cuerpo nos está pidiendo en ese momento, no es comida. Algo que podemos empezar a hacer para modificar esta inercia, es, cuando nos identifiquemos dentro de este círculo PARAR, conectar con la sensación de saciedad física, de la cual tendemos a estar muy desconectadas. Así podemos aprender a identificar las necesidades fisiológicas de nuestro organismo, de tal modo que podremos empezar a identificar las necesidades emocionales con el fin de gestionarlas con otros recursos.
Si te identificas dentro de este círculo y realmente no sabes como romperlo, te aconsejamos que trabajes con un profesional de la psiconutrición (psicología o nutricionista), además, te recomiendo que estés atenta a las novedades, porque estoy segura de que te interesarán
Si quieres estar enterada, suscríbete a mi newsletter, te iré contando proyectitos que te interesen.